BIOGRAFÍA
Marcelino Sanz Mateo nació el 14 de mayo de 1894 en Alcorisa. Hijo de Valera Mateo Bielsa y de Juan Sanz Ballester campesinos aragoneses. Aprendió las letras y la aritmética en el convento de los frailes de su pueblo; a los 24 años se casó con Benigna Formento Espallargas, nacida el 13 de febrero 1897, y tuvieron tres hijas: María, Juana y Alicia; y cinco varones: Sebastián, Valero, Anastasio, Lauro Daniel.
Marcelino se dedicó, como su padre, a la tierra y el 14 de abril de 1935, interesado por las ideas progresistas, se inscribió en el sindicato de la C.N.T. Tras el golpe fascista del 18 de julio de 1936, el Comité que se formó en Alcorisa lo nombró delegado de agricultura y, desde entonces, se interesó más por la política. Marcelino que admiraba a Jesús (el primer revolucionario según él), Pasteur y Cervantes, (leía incesantemente el Quijote) creía en la bondad del hombre y su profundo deseo de desarrollarse. Por ejemplo, cuando la iglesia del pueblo fue transformada en un garaje, se opuso, sin poder evitarlo a la destrucción de las estatuas, que para él eran obras de arte. Opuesto a la barbarie, también trató de oponerse a la matanza de jóvenes seminaristas, pero de nada sirvió su empeño. Por estas razones fue arrestado y trasladado a Alcañiz, donde fue juzgado. Su vida corrió peligro pero, gracias a la presión de su esposa y de sus compañeros de Alcorisa, fue puesto en libertad.
Durante el conflicto abrió su casa a los soldados republicanos y a los combatientes de las Brigadas Internacionales que llegaban para reponerse de los combates del frente de Aragón. Uno de aquello soldados fue Juan Uceda Fernández, nacido en Cueva de Almonzona (Murcia) en agosto 1913 y chófer estafeta de un comandante del ejército republicano. Juan y María, la hija mayor de Marcelino que tenía 17 años, se enamoraron y fue Juan quien, a principios de marzo de 1938, cuando se rompió el frente de Aragón, avisó a la familia que huyó en su coche. Marcelino les siguió días más tarde, guiando una cabra y un macho que tiraba de un carro cargado con los enseres familiares, encontrándose en el pueblo de San Mateo en la provincia de Castellón.
Pensaban que el conflicto duraría poco tiempo y decidieron trasladarse a Valencia pero, en Castellón, las autoridades les aconsejaron dirigirse hacia Cataluña donde llegaron a principios de abril tras haber realizado un trayecto de más de 200 kilómetros. La familia se instaló en Vilafranca del Penedés en una una importante cooperativa agrícola vinculada a la CNT, La Peregrina, que había tenido relaciones con la cooperativa de Alcorisa. Durante aquella etapa, Juan y María se casaron en Barcelona, y él se incorporó de inmediato a su regimiento.
A principios de enero de 1939, sabiendo que los franquistas habían logrado cruzar el rio Ebro, Marcelino cargó el carro por segunda vez y, con la caravana formada por las familias de la cooperativa catalana, huyeron hacia Francia. Bajo el frio invernal, la familia emprendió de nuevo una caminata, muy penosa, ya que la multitud de civiles y militares ocasionaba grandes atascos. Era la "retirada". Todos dormían bajo el carro o en casas abandonadas, comían lo que encuentran y se unieron a la muchedumbre de fugitivos republicanos que se apiñó en la Junquera. Al abrirse la frontera el 9 de febrero, Marcelino, como todos los demás, tuvo que abandonar su carro, el "macho y con su su petate a hombros cruzó la frontera, andando detrás de los autobuses que trasladaban a las mujeres, a los niños y a los ancianos. Los refugiados fueron concentrados en Le Boulou, estación termal francesa situada abajo la vertiente francesa del puerto de Le Perthus, donde los militares franceses, con la ayuda de los soldados senegaleses, separaron a la fuerza a todos los hombres de las mujeres y de los niños, lo que ocasionó numerosas escenas de dolor.
Como la mayoría de los hombres, Marcelino terminó su desventura en el campo de concentración de Argelès-sur-Mer (Pirineos Orientales). Su esposa y sus siete hijos, en compañía de unas cuantas madres con niños, fueron alojados en un hotel requisado de Mézin (Lot-et-Garonne). Por su parte, Juan pasó la frontera con miles de soldados y civiles por el túnel que comunica Port Bou con Cerbère y también fue trasladado al campo de Argelès-sur-Mer. No sabía nada de la familia de su esposa, a quien le había entregado, en el momento de separase, las señas de unos tíos, (emigrados naturalizados) que vivían en Givors, cerca de Lyon. Gracias a ellos pudieron comunicarse, saber dónde se encontraban y escribirse durante los meses siguientes.
Marcelino y Juan estaban juntos y para salir de las miserables condiciones del campo de Argelès, se incorporaron a la 11ª CTE (Compañía de Trabajadores Extranjeros) siendo destinados, desde el mes de mayo de 1930 hasta el mes de diciembre, a los Alpes, en la Condamine Chatelard, haciendo obras de mejora en una carretera de montaña. Posteriormente fueron trasladados al este de Francia, a Gorze, cerca de la frontera alemana construyendo barracones para los militares.
La desbandada del ejército francés ante la grande ofensiva alemana, de mediados de junio de 1940, dispersó las CTE que obraban en el departamento de la Moselle fronterizo con Alemania. En medio de aquel caos, Juan buscaba desesperadamente a su suegro, pero el capitán de la Compañía 11, pistola en mano, le dio la orden de tomar el volante del camión y de salir rápido hacia el sur.
De Marcelino no se supo nada. Unas semanas después su familia recibió una carta de Belfort con sello alemán de la Kommandantur, en la cual decía: “Estoy bien. Marcelino” recibieron unas cuantas más y después Marcelino fue trasladado a Alemania y posteriormente al campo de Mauthausen (Austria) de donde la familia recibió varias cartas con el mismo mensaje lacónico.
Después de muchos meses sin tener noticias de Marcelino, su esposa hizo todo lo posible para encontrarlo. El 21 de octubre de 1941 la Cruz Roja internacional anunció que Marcelino había falleció en el campo de Gusen, cerca de Mauthausen, unos meses antes, el 19 de julio.
Hasta finalizar la guerra no se supo nada de lo que realmente paso. La Amical de los deportados de Mauthausen, que se creó en París, informó de lo ocurrido: “...Un gran número de españoles fueron hechos prisioneros por los alemanes en el departamento de los Vosges y en el territorio de Belfort (noreste de Francia) Después de su ingreso en el Fronstalag de Belfort, los prisioneros fueron trasladados al Stalag XIB, situado en Fallingbostel. De donde salieron, el 25 de enero de 1941, 1506 deportados que llegaron el 27 al K.L de Mauthausen, recibiendo las matriculas de 3668 a 6339 (Marcelino tenía la numero 6175). Los españoles son en realidad 1079 de los cuales mueren el 71,6%. 932 en Gusen y 112 en Hartheim gaseados…”
Como lo testificó la carta de la Cruz Roja internacional, Marcelino murió en Gusen el 19 de julio de 1941, medio año después de su llegada al campo de Mauthausen.
Texto: Alban Sanz, nieto de Marcelino Sanz.
Para saber más sobre la vida de Marcelino y sobre las cartas que escribió a su familia desde Argeles y la CTE:
SANZ MATEO, Marcelino, Francia no nos llamó. Cartas de un campesino aragonés a su familia en la tormenta de la guerra y del exilio (1939-1940), Vinaròs, Ed. Antinea, 2006.
http://cartasdelexilio.free.fr/index_es.html