BIOGRAFÍA
Martín Sarroca (Benabarre, 1850) y Antonia Llaquet (Tolva, 1856) tras su matrimonio celebrado en 1876, se instalaron en la población de Capella (Huesca) donde nacieron sus seis primeros hijos, Félix (quien murió a los seis meses de su nacimiento), Amalia, Antonia, Lorenzo, Martín y Vicente Marcelino. Martín Sarroca Llaquet, el quinto hijo del matrimonio, nació el 22 de diciembre de 1887 y unos años más tarde la familia se trasladó a vivir al sur de Francia (Herault), donde nacieron sus dos últimos hijos: Alfonso (Belveze de Razes, 1893) y Henri (Saint Benoit,1895).
No fue fácil la vida de los Sarroca Llaquet en tierras francesas, a las dificultades propias de una familia emigrante de la época, hubo que añadir la temprana muerte del padre ocurrida el 30 de septiembre de 1899, a los49 años, en la localidad de la Lininiere (Herault) donde se habían establecido. Martín trabajó como agricultor y se casó con Baptista Cabanié (Canilhac, 1885) residiendo en la población de Castelreng, situada a unos 33 km de Carcasonne. Dos fueron los hijos del matrimonio: Marcelle Marie (1914) y Henri Antonine Marcellin (1919).
Los grandes conflictos históricos afectan a personas anónimas que son arrastradas por los acontecimientos, y su sufrimiento, en la mayor parte de los casos, queda relegado al olvido. Los estragos de la Primera Guerra Mundial afectaron directamente a a la familia de Martín: Vicente Marcelino, era el último de los hermanos de Martín nacido en tierras aragonesas (Capella, 14 de abril de 1890) y al cumplir los 18 años obtuvo la nacionalidad francesa. Cuando le llegó el turno fue alistado en el ejército francés, siendo destinado, como soldado del 122 Regimiento de Infantería, al frente belga, donde murió el día de Navidad de 1914 en las trincheras cercanas a la localidad de Holbecke (Bélgica).
Por los escasos datos que poseemos sobre la vida de Martín, deducimos que debió colaborar con la Resistencia, durante la ocupación nazi, siendo detenido hacia 1942 e internado en el campo de Le Vernet. El 30 de junio de 1944 los alemanes evacuaron el campo y un grupo de prisioneros fue trasladado a la Caserne Cafarelli en Toulouse, paso previo a su deportación hacia Dachau en el que pasó a ser conocido como el “Tren Fantasma”. Martín sufrió las trágicas condiciones de aquel transporte que, habiendo partido de de la estación Raynal de Toulouse el 3 de julio de 1944, llegó al campo alemán el 28 de agosto. Martín fue inscrito como “prisionero español” con la matrícula 94081 y el 14 de septiembre, fue transferido a Mauthausen donde ingresaba dos días más tarde con la matrícula 99065. En el momento de su deportación tenía 56 años, una edad avanzada que dificultaba su capacidad de resistencia para soportar el trato inhumano a que eran sometidos los prisioneros. Debilitado y enfermo, pudo aguantar hasta que la muerte le sobrevino el 19 de diciembre de 1944.
Su viuda y sus hijos, una vez finalizada de Guerra Mundial, conocieron los detalles de los sufrimientos de Martín en Mauthausen, gracias a la carta que les hizo llegar un republicano español, compañero de Martín, durante los meses pasó en el campo austríaco, y que transcribimos:
He recibido vuestra carta de 3 de septiembre donde me solicitáis todos los detalles posibles sobre la muerte de vuestro padre. Os contaré todo lo que yo sé, sin dejarme nada. Es muy penoso para mi el deciros lo que hice por vuestro padre. Nosotros los españoles nos pusimos de acuerdo de no decir nada de lo que hicimos de bien o de mal pero para explicaros la vida de vuestro padre, mi camarada, en el campo de Mauthausen, hace falta decíroslo todo.
Llegó al campo a finales de septiembre. Estuvo en el campo algunos días en cuarentena donde la escasez no faltaba nunca. Algunos días después cogió la Erisipela. Fue llevado a la enfermería donde en aquel momento yo trabajaba de barbero en la misma barraca donde fue hospitalizado y donde yo le conocí.
El día que llegó fui ya quién le afeité y fue cuando me di cuenta de su desánimo. Me prometí a mí mismo ayudarlo y darle ánimos para que el pudiese reunirse otra vez con su familia. No es necesario decir que a partir de aquel día no le faltó comida suficiente. Él comió como yo y mejor que un civil ya que fue todo lo que comíamos juntos eran alimentos que yo había comprado a los civiles, ya que la alimentación en el campo era pobre e insuficiente pero yo era veterano en el campo y sabía muchas cosas y me aprovechaba de ello en aquel momento, a pesar de estar prohibido con la pena de muerte.
Pero para vivir hace falta jugarse la vida y es por ello, para vivir precisamente, que yo me jugaba la mis para que no nos faltara de nada, y es por ello que ocho días después él estaba completamente curado. Es en este momento cuando he empezado una nueva estrategia: esconderlo en la enfermería como si estuviera enfermo ya que su avanzada edad no permitía hacer el penoso trabajo en el campo, donde no se respetaba a las personas mayores ni el estado físico del prisionero, dado que nuestro campo era un campo de exterminio. Pero tres semanas después, y por segunda vez la enfermedad resurgió. Él sanó pero un día tuvo unos cólicos, porque comía demasiado, se curó también y continuó escondiéndose a mi lado, pero la mala suerte no nos abandonaba y el 1 de diciembre se salió un flemón. No es necesario decir que no le faltaron inyecciones y muchas otras cosas, pero un día su muerte nos impactó y nos dejó con la tristeza que deja la muerte de un compañero.
Es todo lo que os puedo decir, señor Sarroca, de la muerte de vuestro padre, mi compañero en el campo de Mauthausen. Antes de morir él me dejó dicho y yo he dado mi palabra de cumplirlo y de hacerlo saber. Quería deciros de palabra lo que os he dicho en esta carta pero mi situación económica no me permitía ir a veros en este momento ya que estoy en paro actualmente.
Os ruego que estéis, siempre unidos con las fuerzas antifascistas que es el medio que nos vengará de la muerte de vuestro padre y de todos los compañeros muertos en la lucha contra el fascismo internacional.
Os dejo añadiendo mi sincera amistad y quedando siempre a vuestro servicio y de la causa antifascista.
En mayo de 1998, se anotaba la inscripción “mort en deportation” en el acta de defunción de Martín y en el monument aux morts erigido en la localidad de Castelreng figuran los nombres de los dos hermanos Sarroca: el de Vicente, muerto durante la Primera Guerra Mundial luchando contra los alemanes y el de Martín muerto en Mauthausen, como consecuencia de su deportación a los campos nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Fuente: http://www.punsola.fr/