BIOGRAFÍA
Este zaragonano, militante de la CNT, era dibujante de profesión y se alistó en el ejército republicano con 17 años luchando casi tres defendiendo la República. Formó parte de la 26ª División, siendo ascendido a sargento de Infantería de la 119 Brigada Mixta, en febrero de 1938. Un año más tarde se vio obligado a buscar refugio en Francia en el masivo exilio de la Retirada republicana. Itineró por varios campos de refugiados y se alistó en una de las Compañías de Trabajadores que se formaron a partir de abril de 1940. Tras la ocupación alemana, fue detenido por los alemanes siendo trasladado, en primera instancia, al frontstalag 140 en Belfort y posteriormente se produjo su traslado al stalag XI A en Altengrabow de donde salió en deportación el día 24 de abril de 1941, formando parte de un convoy compuesto por 468 republicanos españoles. Dos días más tarde fueron registrados en el campo de Mauthausen, siéndole asignada a Pedro la matrícula 3866. De aquel grupo de españoles un total de 261 murieron en deportación, la mayor parte en el campo de Gusen.
Pedro demostró una gran fortaleza física y psíquica, pues fue de los pocos prisioneros que soportaron cuatro largos años de trabajos forzados en la fatídica cantera de Mauthausen. Resistió hasta la liberación del campo, pero su salud quedó afectada para siempre. Repatriado a Francia, posteriormente se trasladó a Sudamérica y, tras su paso por Buenos Aires y Montevideo, años más tarde regresó a Francia donde falleció en 1968 cuando contaba 49 años de edad.
En la semblanza realizada por el periodista Manuel Izquierdo leemos los siguientes párrafos que resumen su trayectoria tras la liberación:
Francés deambulaba por París en los días en el que él como sus antes mencionados (Garcés, Benavente y Jutglar) tomaban el tiempo en hacerse a la nueva situación y de elegir la vía por la que en adelante transcurrirían sus vidas. De igual manera que aquellos optó por destino semejante. En su compañía buscó tierras de sol para asentarse.
Aunque Francés se adaptó pronto a la vida corriente de relación, de comportamiento personal y de trabajo bullía en él un afán de mejoramiento, de ir más allá, en tanto consideraba cerrado para sus inquietudes el camino de España. Como además tenía algún familiar emigrado en América Latina se decidió a pasar “el charco”. Lleno de esperanza liquidó cuanto había construido a su alrededor durante un tiempo.
Después de haber experimentado el “modo de vida sudamericano”, sobre todo en Buenos Aires y Montevideo, regresó a su punto de partida, la pequeña ciudad provinciana conservadora de un carácter más humano, según estimaba él mismo, que la que acababa de experimentar en su última prueba. De nuevo trabajó y vivió allí Francés hasta que la enfermedad le atacó artera, cruelmente y, por último, le llevó a la tumba.
Texto: Juan M. Calvo Gascón